Esta entrada corre peligro de ser un artículo aparecido en una mezcla de la ya desaparecida SuperPop (D.E.P.) y la tan "aventajada" Nuevo Vale. Y es que las infinitas reposiciones de Sexo en N.Y. que ofrece Divinity han hecho un poco de mella en mis reflexiones sobre qué es lo que quiero hacer con mi cuerpo serrano, aunque espero poder exponerlas de una forma más realista y menos trasnochada que Mrs. Carrie Bradshow, que siempre ofrecía una versión edulcorada de las relaciones.
En mi caso me centro más bien en la ausencia de ellas, y no me refiero al celibato, sino a la soltería, estado en el cual me siento bastante a gusto. No me gusta dar explicaciones, y ahora mismo por nada del mundo tengo yo el alma preparada para dejar a nadie anidar en él, y así es como, creo, quiero estar. Ahora viene la segunda parte del asunto. Que quiera estar soltera, no significa, ni por asomo, que mis hormonas no sufran revoluciones que ni el mayor halijo de chocolate belga pueda parar, y ahí empiezan mis tiernas dudas.
Humanamente, me gusta el sexo, y mi cuerpo no hace ascos a alegrías varias, pero es que no sé a qué atenerme. El rollo de una noche nunca me ha gustado. Es decir, puedo liarme con alguien una noche pero sin incluir el sexo en el menú, suelo preferir dejarlo para el día siguiente, si el trailer me deja con ganas de ver la peli. Acabar en casas de desconocidos, sórdidos hostales, o peores sitios, nocturnamente aconsejada por unos cubatas en sangre me parece tener los boletos de que pueda ser más que insatisfactorio. Luego las cosas pasan como pasan, pero preferentemente no me gusta encontrarme en esta situación.
También está la socorrida y modernísima forma de sexo: FOLLAMIGOS. En ello me ando ahora. En realidad soy reincidente en el mismo cuerpo, que tres años atrás dejé de catar por motivos de emparejamiento. Le veo la gracia al asunto, es divertido, y sé qué es lo que me voy a encontrar siempre. Pero tampoco lo disfruto al 100%. ¿Será que no soy lo suficientemente moderna? Pues es posible. Aunque más tiene que ver con el enganche que esta persona me suele causar, que consigue que haya días en los que me parece genial, y otros en los que el envenenamiento por Polonio parece la mejor opción. Pero suelo volver a él, me parece adorablemente ostiable, y eso no es bueno. Lo idealizo, pienso que ojalá lo conociese fuera de la cama, tener la opción de decir, "pues no majo, resulta que me caes mal" o tal vez todo lo contrario. Pero sé de qué va el tema, y que mi autoestima no ande por las nubes no significa que me vaya a inmolar y decirle algo bonito, pero presiento que esto va a terminar como el rosario de la Aurora, no porque esté enamorada(puede que platónicamente si), sino porque voy a acabar cabreada por la desatención in crescendo, me conozco, y él con una cara de "solo puedes tener mi cuerpo babe" Con lo que deduzco que el follamiguismo no está hecho para mí, o al menos no con él.
Quizá me falte fortaleza mental, o autoestima, o todo a la vez, o simplemente no sé lo que quiero. No quiero pareja, se supone que estoy disfrutando de mi soltería y libertad, pero nada me convence, o lo que me convence no lo consigo. Puede que me haya dejado llevar por la modernidad y cierta banalización del sexo que nos envuelve, como si no practicarlo nos excluyese de ser ciudadanos de mundo, o el todos con todos fuese la mejor opción. No lo sé. Ni mojigata, ni pornstar, pero algo se me escapa.